Queridas amigas invisibles, tenía tiempo sin darle a las teclas pero, como ya todos sabemos las
Lolaventuras tienen vida propia y emergen cuando les da su regalada gana!!
Entrando en el tema
que hoy nos ocupa vamos a hablar de razones de peso… Y cuando digo peso soy
literal, porque hoy es el día para contarles toda mi experiencia sobre mi cirugía
bariátrica!!
Algunas amigas de
vieja data saben que yo era una mujer delgada y un día mi insulina se volvió loca
y me convertí primero en una “gordita linda” (o por lo menos yo creía eso) y
luego lastimosamente termine siendo una mujer obesa.
Probé de todo, no hubo
dieta que no hiciera, me maté de hambre, me sentí fracasada, comí 400 veces al día
porciones mínimas, tomé agua como una sapa, entrené en un gimnasio como si
fuera para las olimpiadas, caminaba, me inyecté cualquier brebaje sospechoso
que aseguraba derretir la grasa… y nada… nada…nada… Muchas veces mi querida amiga
María, quien además es una gran atleta me ayudó y me incentivó a ir al gym con
ella a las 5 de la mañana y vio junto conmigo y con cara de tristeza como la
balanza seguía subiendo irremediablemente…
Yo me sentía fracasada,
porque en la gordura, cada kilo pesa en el alma… cada vez que tienes hambre te
sientes menos, perdedora, incapaz!! Yo no entendía porque SIEMPRE tenía hambre,
era insaciable, era como un demonio interno, un Cronos desesperado por comerse
una y otra vez a sus hijos, por temor a perderlo todo…
Hasta que me hicieron
un examen muy extenso del azúcar y descubrieron que tenía Insuficiencia de
Insulina… o sea mi cuerpo no producía suficiente insulina para trabajar. Les
explico: si un cuerpo necesita 5 gramos de insulina diaria para trabajar, el mío
producía 4 gramos, e n consecuencia mi páncreas,
tenía que volver a generar otra dosis de
insulina para alcanzar su meta. El problema es que al hacer eso me quedaban sobrando
3 gramos que irremediablemente el cuerpo tenía que quemar. Cada vez que quemas
insulina tu cerebro manda una señal de hambre, porque al quemar azucares para
el cuerpo es hora de comer. El problema está que por supuesto yo quemaba, volvía
a quedar en falta y empezaba de nuevo ese maléfico ciclo que nunca se detenía y
me engordaba el cuerpo y me torturaba el
alma.
Cuando Ramsés (mi gran
amigo y mí medico) me explicó esto también me dijo: tu única solución real es
operarte. Es cierto que con una dieta muy específica y haciendo ejercicio quizás
hubiese podido alcanzar mi meta, pero mi caso era bien difícil… él me recomendó
operarme.
Llame a mi mamá y mi
bella vieja me dijo literalmente
“échale bolas… no te lo pienses, yo te apoyo” y comenzó la vorágine de una operación que me llenó de esperanzas. Yo decidí hacerme la manga gástrica pues para mí, el bypass era un procedimiento muy fuerte y además yo no tenía tanto sobrepeso que perder. Lo cierto es que descubrí que todo el mundo me apoyaba, me daba ánimo y detrás de cada sonrisa y cada palabra de aliento había la hermosa intensión de verme triunfar.
“échale bolas… no te lo pienses, yo te apoyo” y comenzó la vorágine de una operación que me llenó de esperanzas. Yo decidí hacerme la manga gástrica pues para mí, el bypass era un procedimiento muy fuerte y además yo no tenía tanto sobrepeso que perder. Lo cierto es que descubrí que todo el mundo me apoyaba, me daba ánimo y detrás de cada sonrisa y cada palabra de aliento había la hermosa intensión de verme triunfar.
Me opere un 17 de
enero, llena de esperanza, no sentí ni dolores, ni pena, mi estómago, mi
cerebro y mi alma estaban en perfecta sintonía. No voy a negar que tuviera sus
incomodidades y que mi azúcar se descontroló un poco y que me pincharon por
todos lados, pero para mí todo dolor era tenue y cada pena…valía la pena.
En un principio me veía
al espejo y me veía igualita, me pesaba y tenía menos libras, pero yo no notaba
ninguna diferencia. Me daba cuenta que comía como un pajarito, pero me daba
hambre cada hora. Por supuesto mi mente que podría haber sido una torturadora
digna de cualquier cárcel de la inquisición del medioevo, soltaba esa malvada
vocecita interna que me decía “a ti la operación no te va a funcionar” (hay que
ser hija de puta!!)
Comencé a tomarme
fotos y ponerlas en Facebook y todas ustedes me ayudaron día a día con miles de comentarios sensacionales, pero
confieso que lo hacía para darme ánimos, porque me parecía que no había perdido
casi peso --solo 15 libras, cerca de 7
kilos-- en un mes!! Eso a mí me parecía nada, ya que solo tomaba literalmente 4
cucharadas de caldo de pollo. Ese malvado demonio interno que uno tiene que te
asegura que TU NO VAS A TRIUNFAR, estaba haciendo de las suyas. Pero Dios es más
fuerte y más grande que todo y que todos y nunca fue más cierto que ahora que
EL TIEMPO DE DIOS ES PERFECTO y mes a mes fui perdiendo sin prisa pero sin
pausa libras y más libras.
Y tuve una epifanía
(he descubierto que mis epifanías generan las lolaventuras) me di cuenta que tenía
que contarle todo esto para que no se torturen más. Yo solo puedo comer 8 onzas
de comida en cada vez que como (les recuerdo que el tetero de un bebe tiene 12
onzas) y solo pierdo 15 libras (7 kilos) en un mes!! O sea si TU (si es
contigo) haces dieta y comes en las medidas normales de una persona que tiene
su estómago completo y pierdes 4 o 6 libras (2 o 4 kilos) en un mes… es
perfecto!!
Deja de torturarte, de
sabotearte, de decirte que tu no vales, que irremediablemente serás gorda e
insatisfecha contigo misma, porque solo perdiste 3 kilos en un mes… porque eso
es justamente LO PERFECTO!!
No te sientas
fracasada pensando que tu no adelgazas, que tu cuerpo no responde…porque si lo
hace… Envuélvete en el divino manto de Dios y manda a callar a ese demonio que
ilegalmente quiere vivir en tu mente y sácalo de allí!!!
No se sientan
fracasadas, porque yo que como poquitico ahora (6 meses después de operada)
solo pierdo 5 kilos en un mes.
Tu triunfo esta allí,
cada vez que te peses y veas que solo perdiste un kilo, alégrate, sonríe y no
te dejes vender la idea barata de todos los productos dietéticos (que en su mayoría
ninguno funciona) que prometen hacerte perder 20 kilos en un mes (eso no
existe) y si existe puede matarte…
Ahora después de 6
meses llevo 46 kilos menos (100 libras) y me siento otra mujer. Quiero darle a
todas las gracias por haber estado allí conmigo en este proceso y por ponerse
su mejor ropa de porristas para aplaudir mis foticos, mi corte de pelo y mis
nuevas tallas. Con lágrimas de amor les digo a cada una de ustedes que son las
mejores amigas que nadie puede tener…
Ya no me falta mucho,
pero ya no me importa esperar, ya sé que lo voy a lograr, ya entendí a mi
cuerpo de mujer que se toma su tiempo, que necesita paciencia y comprensión y entendí
que mi cuerpo de mujer es como yo, quiere que lo mimen, que lo esperen y que
tengan fe en él, porque el triunfo está allí solo necesito tiempo para
alcanzarlo…ustedes también lo tienen allí… no se desesperen.
Las lolaventuras
Miami
Julio 2013