Nuestras madres
fueron mujeres valientes que les tocó atravesar un puente muy grande en la
historia: La liberación femenina. Antes de que este proceso se diera en la
humanidad, los matrimonios y en general la vida de cualquier mujer, era regida
por otra persona (generalmente un hombre) quien decidía, cómo, cuándo y dónde
la pobre en cuestión tenía que vivir y aceptar el sino de su destino.
La generación de
nuestras madres ya tenían la capacidad de enamorase y escoger al hombre con
quién debían compartir su vida, pero en otros muchos aspectos aún no tenían ni
voz ni voto. Los hombres eran criados como los reyes de la casa. Una mujer
tenía que aceptar que el hombre tuviera otras mujeres, saliera, parrandeara,
hijos por fuera y un sin número de cosas más, que no vale la pena enumerar. Las
mujeres no se divorciaban. Ser una divorciada, era ser una pária. Había que
aceptar ese comportamiento. Ellas, aunque les doliera preferían callar, por
mantener su hogar “unido”… “ese es mi marido… mi cruz” decían muchas…
Pero, la generación
que le tocó vivir a mi mamá transitó una encrucijada tremenda, porque un día
como otro cualquiera, salió la píldora, las mujeres tomaron control de su vida
y su sexualidad, se dejaron de pendejadas, algunas se divorciaron de sus
maridos abusivos y todas se sintieron modernas y libres y embraguetadas con su
destino criaron a sus hijos (o sea nosotros).
El problema comenzó
cuando intentaron inculcarnos a nosotras (sus hijas) el concepto de una mujer
liberal. Ellas mismas no sabían cómo. Embebidas por la vorágine de los tiempos
habían intentado liberar su vida, pero no sabían cómo enseñarnos a nosotras a
ser libres. La mujer sumisa que a su vez su madre les había inculcado, la tenían
tatuada a fuego y no tenían -muy a su pesar- otro referente que darnos.
Hablaban de modernidad, pero no obligaban a sus hijos varones, a limpiar o a
recoger o ayudar en la casa… “porque esas son cosas de mujeres”. O cuando llegamos a la adolescencia no nos
dejaban llegar tarde, pero tu hermano podía hacer prácticamente lo que le
provocaba “porque él es varón y tú una señorita”. Nos impulsaban a estudiar y
superarnos, pero estaban de acuerdo que nos quedáramos en casa a criar a los
hijos, dejando nuestros propios sueños de lado. Inevitablemente criaron hombres
machistas.
Y el día que nosotras
nos hicimos mujeres, nos vieron sufrir, porque los hombres que nosotras
escogimos eran la prolongación de los hombres que ellas en su momento habían
dejado. Y surgió la generación, que como bien dicen: “le temen a sus padres y
le asustan sus hijos”.
Pero nosotras sí
sabíamos qué era ser libres, cuáles eran nuestros derechos, aprendimos a decir
que no, aprendimos a amarnos y respetarnos, estudiamos y luchamos día a día por
triunfos tan pequeños y tan grandes a la vez, como tener el mismo sueldo que un
hombre, votar, opinar, escribir, que nos respeten cuando nos duele el vientre
por la regla y mil cosas más. Con esto no quiero decir que todos los hombres de
mi generación son unos sinvergüenzas, porque no es verdad, pero lastimosamente
aún son una minoría.
Mi amiga Alicia tenía
la mejor explicación para esto: “una mujer tiene que casarse y divorciarse,
para luego poder ser feliz”. Eso era una realidad. Nuestras “modernas” madres,
lo eran sólo en apariencia y muchas de mis amigas tuvieron que casarse con el
primero que les calentara la pata de la oreja, para poder salir de sus casas y
tener la libertad de decidir que querían hacer con sus vidas. En el proceso
tuvieron hijos, se divorciaron y sufrieron el dolor del fracaso y de la
pérdida.
Pero, no hay nada más
lapidario que el tiempo y fue así que estas mujeres decidieron de manera
inconsciente cambiar las cosas. Las que tienen hijos varones, los enseñaron
desde pequeños a ayudarlas en las casas, a ser hombres respetuosos y de bien y
muchas de mis amigas le cantan el mismo rosario a sus hijos todos los días: “Usted
puede tener las novias que quiera, pero una a la vez… aquí no me va a estar
trayendo 5 mujeres al mismo tiempo. Si esa es su novia… ¡mientras esté con
ella, la quiere y la respeta!”… (Coño… ¡qué cambio!). Y a sus hijas les dijeron:
“usted no se deje joder”, basta de ser sumisa, no le permitas a ningún hombre
que te minimice, goce, disfrute la vida”.
Ahora vemos cómo las
muchachas de estos tiempos, son unas
mujeres audaces, que no se amilanan ante nada y que cada día más están
conscientes del gran poder de lo que llevan entre las piernas y que sin pudor
ni pena, lo ejercen.
Y es ahora cuando la
venganza de dos generaciones de mujeres traicionadas se ve consumada en estas muchachas
que no aceptan menos que “ser las princesas del hombre que las corteja”. Que
exigen respeto, igualdad y no se sienten en la necesidad de complacer a ningún
hombre para que las ame, porque con lo que ellas son, es más que suficiente. Y
las veo y las admiro.
Entiendo que yo nunca
seré así, no puedo evitarlo, hay cosas que llevo en el ADN, que me metieron
entre tetero y tetero. Pero ver cómo estas chicas llevan el mando y ver como
los hombres de esta generación son los que buscan probar que son lo
suficientemente buenos cómo para que ellas los acepten, me llena de satisfacción.
Porque todo esto lo que asegura que el día que se casen lo harán bajo la más
absoluta certeza de que es eso lo que quieren y aprenderán a ser felices y a
ver crecer a sus hijos juntos. Serán ejemplo, padres amorosos. Etc. Etc.
Por eso esta Lolaventura
está dedicada a cada amiga que he visto llorar traicionada, por cada prima que
he visto ser madre y padre a la vez, por cada hermana que la he visto sufrir
con la quincena para que le alcance el sueldo, porque el padre de sus hijos no
es más que “un donante de esperma”. A cada una de ellas, que amaron infinitamente
y fueron victimas de la última generación del “macho vernáculo”, las felicito,
porque con sus lágrimas borraron el pasado, mejoraron el presente y forjaron un
futuro grandioso para sus hijos y convirtieron al homo traidorus machistus en una especie de museo.
Las
Lolaventuras
April, 2012
"ups you didnt again", me encanto,pero sabes,yo pertenezco a ese antes y despues... fui en su momento la mujer sufrida, engañada y sumisa! pero hoy en dia, despues de tres tropiezos y experiencias, mute y me he convertido (con asombro lo admito) en una de esas muchachas que admiras, concientes de lo que quieren y del poder que tengo entre las "piernas"... te robare un pedacito de este escribo y lo colgare en mi perfil! pues me encanto... dios bendiga esos genes que te llevan a escribir tan maravillosamente bien!
ReplyDeleteQué bueno!! Qué forma de transmitir el sentir común!! Te felicito, Lola!!
ReplyDeletemaravillosa como siempre!!
ReplyDeletea mis dos queridos/as anonymous podrian decir quien es quien?... (me mata la intriga)... jajajajaja
ReplyDeleteExcelente!
ReplyDeleteHOLA LOLA ¿COMO ESTAS?, ESTE ARTICULO YA LO HE LEIDO VARIAS VECES, Y TU COTIDIANIDAD ES TAN INCREIBLE, QUE POR ESO NO DEJO DE LEERTE. ¡¡ME ENCANTA!!!. ¡¡GRACIAS POR APORTARNOS UN GRANITO DE ARENA DE TU VIDA, TUS EXPERIENCIAS, DE LAS LOCAS AVENTURAS QUE TE PASAN!!!, ESTO ES COMO LAS VITAMINAS PARA EL ALMA. (EN MI HUMILDE OPINIÓN), CONOCIENDOTE COMO TE CONOZCO, SÉ QUE CADA ARTÍCULO ES UN MAR DE AVENTURAS, LOCURAS, Y MUCHOS ACIERTOS.....ESTE ARTÍCULO EN GENERAL ES MÁS DE LAS MÁS VERDADES, MÁS ALTAS QUE UN TEMPLO. GRACIAS POR EXPLICARLO Y DECIRLO TAN AMPLIAMENTE. POR METERTE EN LA PIEL DE QUE HAN SUFRIDO ESE TIPO DE EXPERIENCIAS, POR SABER PONER CADA PUNTO Y CADA COMA EN SU SITIO CORRESPONDIENTE. EN ESTA VIDA NACEMOS, APRENDEMOS, RODAMOS POR ELLA, LUCHAMOS, ¡¡Y MIRA QUE LUCHAMOS PARA NO SEGUIR VIEJOS PATRONES QUE NOS HAYAN HECHO SUFRIR!!! SOMOS UNA GENERACION AUTÉNTICA, CON LA CABEZA BIEN ALTA, CON UN CORAZÓN ENORME QUE ABARCA TODO, LO BUENO, LO MALO, Y LO NO MENOS BUENO........¡¡¡GRACIAS LOLA, POR DEMOSTRAR CADA DIA CON TUS ESCRITOS QUE ENTIENDES TODAS LAS VIVENCIAS DE ESOS CORAZONES QUE LATEN, EN OCASIONES CON ALEGRIA Y OTRAS CON LLANTOS Y TRISTEZAS!!!. INDISCUTIBLEMENTE ESTE ARTICULO ES ¡¡¡¡¡¡¡¡E X C E L E N T E !!!!!!!!!!. ¡¡¡MIL GRACIAS POR ESA SINTONÍA!!!!. BESITOSSSSSSSSSSSSSSS
ReplyDeleteAy, mijita, reconozco que pertenezco a la generación de "las confundidas". Mientras mi madre era una de esas doñas que no sabían ni cómo cambiar un bombillo, porque el macho de la casa era el que lo hacía, mi papá me crió con todas las habilidades que todo buen hombre debería tener.
ReplyDeleteSi a eso le sumamos la "modestia" que te imponía la religión, pues peor, porque aprendí a depilarme cuando entré en la universidad, a maquillarme como a los 26 y a peinarme como a los 33.
Lo peor de todo, es que, para levantarte a un hombre, debes manejar ciertos códigos que sólo las mujeres conocen y, como mi papá nunca me los enseñó, porque era hombre -obvio- y mi mamá estaba tan concentrada en que no perdiera la virginidad, que usara el largo "adecuado" de la falda y en criticar a cuanto príncipe azul se me acercaba, pues me quedé en el "misterio". Pues sí, para mi los hombres son un "misterio" aunque, la verdad, reconozco que son bien entretenidos y que es demasiado fácil trabajar con ellos.
Si a eso le sumamos el hecho de que ADORO mi profesión, pero que a la vez me parece muy injusto dejar al bebé en la guardería porque tengo que trabajar, para poder pagar la guardería y mantener al bebé, porque el sueldo de mi esposo no alcanza, entonces he decidido quedarme en la absoluta soledad, para no someter al pobre chamo a un "abandono" prematuro.
Sin embargo, daría la mitad de mi cuerpo por tener un esposo a quién querer y que me quiera, a quien no me importaría lavarle los calzones, siempre y cuando él le haga el mantenimiento al carro y lo mande a alinear.
Ay, no, qué confusión. Por lo pronto, he considerado tomar un curso de corte y costura porque, de no resolver todo esto, pues como que me voy a quedar para vestir santos...